El dato es espectacular, pero si realizamos una media de los bidones que “consume” cada corredor durante una etapa de calor, el conjunto del pelotón (de unos 198 corredores) tira a las cunetas 6.930 bidones.
Recordemos el inicio de La Vuelta. Temperaturas de más de 40º centígrados. Muchos ciclistas subieron fotos a las redes sociales con las altas temperaturas que marcaban los termómetros de la ciudad. Una etapa en línea en Sevilla hubiera sido como las que vivieron durante el pasado Tour de Francia, donde Contador vio que su cuentakilómetros marcaba 47º de temperatura. “Me he pasado el día echándome agua por encima y bebiendo. He bebido fácilmente 15 litros de líquidos, unos 35 bidones", afirmó el triple ganador del Tour.
Si todos los corredores utilizan una media de 35 bidones, las carreteras, cunetas y campos por los que pasa el pelotón se “llenan” de estos recipientes de plástico. En muchas ocasiones, cuando los ciclistas pasan por pueblos, muchos aficionados recogen estos depósitos para guardarlos como recuerdo, pero, ¿qué pasa cuando pasan por carreteras deshabitadas?
Es por todos sabido que la hidratación en estos casos es básica para no perder una cantidad de sales minerales que haga peligrar la condición física y el rendimiento de los corredores.
¿Debería un vehículo de la organización de cada carrera estar al tanto de los bidones desechados por los corredores?
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