La Navidad y los excesos ya han pasado y, por desgracia, muchas calorías de más para muchos o casi todos. Incluso el deportista con más fuerza de voluntad se ha comido algún langostino. Las consecuencias se ven rápido: pesadez de estómago, barriguita, una par de kilos de más y, sobre todo, el gran reto: bajarlo en invierno.
Un estudio de científicos en Australia encontró que después de sólo tres días de comilonas y una dieta alta en calorías puede llevar al aumento de azúcar en sangre y la resistencia a la insulina, aumentando potencialmente el riesgo de diabetes tipo 2.
Según un estudio publicado en The Journal of Physiology, para solucionar todo ese “desfase” alimenticio hay que hacer deporte antes del desayuno, es decir, en ayunas. De esta forma hace que el cuerpo queme un mayor porcentaje de grasa como combustible durante el ejercicio intenso, en lugar de depender principalmente de los hidratos de carbono.
Las personas sometidas al estudio mostraron mayores niveles de una proteína muscular que "es responsable de insulina estimulada por el transporte de glucosa en el músculo y por lo tanto juega un papel fundamental en la regulación de la sensibilidad a la insulina", afirma el Dr. Peter Hespel, Ph.D., profesor en el Centro de Investigación para el Ejercicio y la Salud en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y autor principal del estudio. Todo esto no vale para deportistas ya que su fuente principal de energía son los hidratos de carbono.
Y, lo más importante y como dice el Dr. Leonie Heilbronn, Ph.D., profesor de la Universidad de Adelaida en Australia: “La baja intensidad es mejor que nada
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