Este viernes se puso fin a la Mars500, la simulación que seis astronautas han realizado a lo largo de más de 500 días en una réplica de una nave espacial que, pese a no haber abandonado la Tierra, ha recreado las condiciones a las que se verá sometido el ser humano en un futuro viaje al Planeta Rojo. Este experimento se presenta crucial para comenzar a definir la solución a uno de los grandes escollos a los que se enfrenta la exploración marciana: la respuesta del cuerpo humano a un viaje semejante de ida y vuelta. Y esta, según los estudios que se manejan, puede ser fatal tanto en lo físico como en lo psicológico.
Uno de los principales objetivos de Mars500 ha sido comprobar los cambios en el estado de ánimo y las relaciones personales entre los seis voluntarios durante un prolongado periodo de convivencia y en un espacio de reducidas dimensiones, como será una nave espacial. Así, estos astronautas se han enfrentado a la monotonía del día a día o la ausencia total de luz diurna. En una situación real, la desunión en el seno de la tripulación podría tener consecuencias catastróficas para la misión por lo que los psicólogos se afanan en buscar patrones de conducta que eviten las disensiones internas y los enfrentamientos en hábitats enjaulados. Estrés, trastorno del sueño, depresión... son solo algunos de los efectos que pueden derivarse de vivir en estas condiciones.
Si el aspecto psicológico es importante tanto o más se presenta el cuidado de la salud. Lejos de la Tierra y de su campo magnético protector, los tripulantes se enfrentan a altas dosis de radiación emitidas por el Sol y a rayos cósmicos capaces de provocar un cáncer en apenas meses. En las actuales misiones el tiempo de exposición es reducido dada la cercanía a la que se desarrollan, por lo que la radiación no llega a alcanzar límites preocupantes. Pero en el espacio exterior los astronautas podrían enfrentarse a una muerta lenta y segura al no haberse diseñado aún escudos lo suficientemente potentes y a la vez ligeros que puedan combatir la radiación -enviar naves pesadas al espacio es mucho más caro y técnicamente más complicado-. Eso, sin tener en cuenta la exposición sobre la superficie de Marte, planeta que carece de campo magnético que actúe de escudo a semejanza del de la Tierra.
La estructura ósea y la fortaleza muscular en situación de microgravedad son otros factores a tener en cuenta. Los estudios han demostrado que los astronautas pueden perder hasta el 20% de su masa ósea en estancias de 12 meses en el espacio, pudiendo llegar a romperse sus huesos en la realización de tareas simples o rutinarias. En cuanto a los músculos, la falta de actividad se hace especialmente patente en piernas y brazos, aunque su incidencia más grave se produce en el corazón, que se atrofia al no estar obligado a bombear tanta sangre. Estos últimos problemas obligan a dotar a la nave de una gravedad artificial para preservar la salud de sus tripulanes.
Solo ida
A pesar de todo, hay un buen puñado de personas, profesionales del espacio o no, que ya han expresado su voluntad de pisar el Planeta Rojo sea cuales sean las consecuencias, lo que ha planteado un conflicto ético ¿Un viaje a Marte con solo el billete de ida? Desde un punto de vista al margen de la moral, esta posibilidad ahorraría esfuerzos técnicos ya que evitaría tener que diseñar una nave capaz de despegar de la superficie marciana en su camino de regreso a la Tierra, lo que representa un esfuerzo titánico en cuanto a energía y tecnología. Sostienen algunos científicos que una misión de este tipo podría ser posible hoy mismo. Afirman que estos primeros viajeros serían como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver y con la única posibilidad de colonizar el nuevo mundo o perecer en el intento. A principios de 2011, la BBC cifraba en 400 las personas que estarían ya dispuestas a partir rumbo al Planeta Rojo.
Dados los problemas existentes, muchos especialistas abogan porque estas expediciones sean efectuadas por robots inteligentes, que realizan el mismo trabajo pero no sufren los problemas ‘mortales’ del ser humano. De momento el robot de exploración ‘Curiosity’ partirá hacia Marte el próximo 25 de noviembre. La fecha para enviar una nave tripulada por seres humanos sigue siendo una incógnita
Uno de los principales objetivos de Mars500 ha sido comprobar los cambios en el estado de ánimo y las relaciones personales entre los seis voluntarios durante un prolongado periodo de convivencia y en un espacio de reducidas dimensiones, como será una nave espacial. Así, estos astronautas se han enfrentado a la monotonía del día a día o la ausencia total de luz diurna. En una situación real, la desunión en el seno de la tripulación podría tener consecuencias catastróficas para la misión por lo que los psicólogos se afanan en buscar patrones de conducta que eviten las disensiones internas y los enfrentamientos en hábitats enjaulados. Estrés, trastorno del sueño, depresión... son solo algunos de los efectos que pueden derivarse de vivir en estas condiciones.
Si el aspecto psicológico es importante tanto o más se presenta el cuidado de la salud. Lejos de la Tierra y de su campo magnético protector, los tripulantes se enfrentan a altas dosis de radiación emitidas por el Sol y a rayos cósmicos capaces de provocar un cáncer en apenas meses. En las actuales misiones el tiempo de exposición es reducido dada la cercanía a la que se desarrollan, por lo que la radiación no llega a alcanzar límites preocupantes. Pero en el espacio exterior los astronautas podrían enfrentarse a una muerta lenta y segura al no haberse diseñado aún escudos lo suficientemente potentes y a la vez ligeros que puedan combatir la radiación -enviar naves pesadas al espacio es mucho más caro y técnicamente más complicado-. Eso, sin tener en cuenta la exposición sobre la superficie de Marte, planeta que carece de campo magnético que actúe de escudo a semejanza del de la Tierra.
La estructura ósea y la fortaleza muscular en situación de microgravedad son otros factores a tener en cuenta. Los estudios han demostrado que los astronautas pueden perder hasta el 20% de su masa ósea en estancias de 12 meses en el espacio, pudiendo llegar a romperse sus huesos en la realización de tareas simples o rutinarias. En cuanto a los músculos, la falta de actividad se hace especialmente patente en piernas y brazos, aunque su incidencia más grave se produce en el corazón, que se atrofia al no estar obligado a bombear tanta sangre. Estos últimos problemas obligan a dotar a la nave de una gravedad artificial para preservar la salud de sus tripulanes.
Solo ida
A pesar de todo, hay un buen puñado de personas, profesionales del espacio o no, que ya han expresado su voluntad de pisar el Planeta Rojo sea cuales sean las consecuencias, lo que ha planteado un conflicto ético ¿Un viaje a Marte con solo el billete de ida? Desde un punto de vista al margen de la moral, esta posibilidad ahorraría esfuerzos técnicos ya que evitaría tener que diseñar una nave capaz de despegar de la superficie marciana en su camino de regreso a la Tierra, lo que representa un esfuerzo titánico en cuanto a energía y tecnología. Sostienen algunos científicos que una misión de este tipo podría ser posible hoy mismo. Afirman que estos primeros viajeros serían como los primeros colonos en llegar a Norteamérica, que dejaron Europa sin expectativas de volver y con la única posibilidad de colonizar el nuevo mundo o perecer en el intento. A principios de 2011, la BBC cifraba en 400 las personas que estarían ya dispuestas a partir rumbo al Planeta Rojo.
Dados los problemas existentes, muchos especialistas abogan porque estas expediciones sean efectuadas por robots inteligentes, que realizan el mismo trabajo pero no sufren los problemas ‘mortales’ del ser humano. De momento el robot de exploración ‘Curiosity’ partirá hacia Marte el próximo 25 de noviembre. La fecha para enviar una nave tripulada por seres humanos sigue siendo una incógnita
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