viernes, julio 15, 2011

La montaña vasca...


Luz Ardiden, una estación de ski plagada de euskaldunes durante el invierno, ya es un santuario para Euskaltel, que ganó su primera etapa en el Tour
Es el Pirineo más cercano. Si uno va a Luz Ardiden en invierno, podrá comprobar con sus propios ojos cómo el euskara es, casi, casi, el idioma oficial de la estación de ski. Es lugar de peregrinaje habitual para todos los vascos amantes del deporte blanco porque es una de las estaciones a las que más rápido se llega desde Euskadi. Pero ayer, la 'montaña vasca' había cambiado su habitual manto blanco por un llamativo color naranja.
Entre esos miles de aficionados euskaldunes estaba Roberto Laiseka, que no quiso perderse el paso de la Grande Boucle por el lugar en el que tocó el cielo y elevó su nombre y el de Euskaltel Euskadi hasta los altares del ciclismo. En 2001, el txirrindulari vizcaíno se escapó de un grupo liderado por el US Postal de Lance Armstrong para levantar los brazos ante el delirio vasco en la meta situada junto al parking de Luz Ardiden.
Esa fue la primera pica que puso la Fundación Euskadi en Francia. A ese triunfo, afortunadamente, le siguieron los de Mayo (Alpe D'Huez, 2003) y Astarloza (Bourg Saint Maurice 2009) que mantuvieron vivo este proyecto y la ilusión de una afición que, cada vez que el Tour pasa por los Pirineos, los inunda con sus camisetas naranjas. Ayer, en el mismo escenario en el que Laiseka cantó la primera victoria, Samuel Sánchez puso la cuarta.
Luz Ardiden ya es un lugar mítico para Euskaltel Euskadi. Algo así como un santuario. De hecho, en dos de las siete ocasiones en las que ha finalizado allí una etapa, los aficionados han visto levantar los brazos a un ciclista vestido de naranja en dos.
Y es que las rampas de la estación de ski francesa más cercana a Euskadi son un hervidero naranja en el que se genera un clima que lleva en volandas a los corredores de Euskaltel. Como muestra, Gorka Verdugo, que llegó a meta con los pelos literalmente de punta por todo lo que había vivido durante las últimas rampas de Luz Ardiden, sabiendo ya que Samuel Sánchez había hecho unpoco más nuestra la montaña francesa

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