La inminente retirada del servicio del último transbordador espacial estadounidense ha traído consigo numerosas incógnitas acerca del futuro de la Agencia Espacial. El hecho de que Estados Unidos no tenga ya capacidad para poner en órbita a sus astronautas y dependa para ello de las Soyuz rusas, ha levantado numerosas voces que denuncian el constante declive que está sufriendo la Agencia, en parte debido a las estrecheces económicas que padece en un momento en el que la administración Obama recorta gasto de donde puede para paliar el gigantesco déficit gubernamental.
El pasado miércoles, en una charla con internautas a través de Twitter, el presidente estadounidense confesó el giro dado: "Todavía somos líderes en la exploración espacial, pero, francamente, he estado presionando a la NASA para renovar su visión", dijo Obama. "En lugar de seguir haciendo lo mismo, invirtamos en investigación básica en torno a las nuevas tecnologías que pueden llevarnos a lugares más rápido y permitir que los vuelos espaciales tripulados duren más tiempo", añadió.
La NASA niega por activa y por pasiva que carecer de transbordadores signifique el fin de su exploración espacial. "Como astronauta y actual director de la NASA yo les digo que el actual liderazgo americano en el espacio continuará al menos durante los próximos 50 años porque disponemos de los medios para lograrlo, y fallar no es una opción". Charles Bolden, actual responsable de la Agencia, pronunciaba estas palabras el 1 de julio para acallar los rumores sobre el paso atrás estadounidense.
Así, con el horizonte de la conquista de Marte en mente, asegura que está trabajando en nuevos vehículos que permitan a los astronautas aterrizar y despegar desde la superficie marciana, algo que, según Obama, sería posible en torno a 2035. Uno de estos primeros prototipos es el Multi-Purpose Crew Vehicle (MPCV), basado en el diseño de las naves Apolo y capaz de transportar astronautas durante un periodo de 21 días, y que podría estar listo para realizar su primer vuelo en 2016. "Estamos trabajando en tecnologías que permitirán a la humanidad explorar nuestro Sistema, incluida la propulsión creada mediante la energía del sol, reabastecimiento de combustible en el espacio, protección de la radiación solar o mejora de los sistemas de supervivencia", afirma Bolden. Otro de los principales puntos de trabajo radica en la Estación Espacial Internacional, a la que la Agencia considera pieza básica en la búsqueda de las mejoras mencionadas, tanto por los experimentos que se pueden realizar en ella como por su condición de zona paso y lugar de reabastecimiento para las futuras misiones.
Marte, Júpiter y Vesta
Las sondas de exploración seguirán surcando el espacio. El Curiosity, versión renovada de los rover Opportunity y Spirit, será lanzado en noviembre con el fin de proseguir la exploración de la superficie marciana. Sus mejoras con respecto a sus predecesores podrían servir para hallar nuevas pistas sobre si alguna vez existió vida en Marte. Otra de las sondas que más interés ha despertado es Juno, que el próximo mes será lanzada con destino a Júpiter, adonde llegará en 2016. Su objetivo: ofrecer nuevos datos sobre el origen, la estructura y la atmósfera de planeta. Antes, el 16 de julio, será el turno de la nave Dwan, que comenzará a orbitar en torno al asteroide gigante Vesta. Esta misión espera despejar dudas acerca de la posibilidad de un futuro aterrizaje de una nave tripulada sobre una de estas rocas espaciales. Y tras un año captando información que también servirá para despejar algunas dudas sobre el origen del universo, Dwan abandonará Vesta para dirigirse al planeta enano Ceres, donde repetirá maniobra.
Menos publicidad reciben los estudios acerca de la navegación aérea de transporte. La NASA estudia nuevos modelos de avión "más seguros, respetuosos con el medio ambiente y con menos gasto de combustible". El propósito de la Agencia es que los avances tecnológicos permitan que estos nuevos aviones puedan estar en uso en 2025.
La NASA quiere sacar músculo ante quienes creen que su liderazgo espacial es agua pasada. Aunque puede que el estrecho presupuesto al que se ajusta -19.000 millones de dólares en 2011 y 18.700 millones para 2012- le impida reverdecer antiguos laureles. De momento ya ha descartado volver a pisar la Luna. China, en cambio, podría clavar su bandera en ella muy pronto.
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