Gerlinde Kaltenbrunner con estilo: Cara Norte del Everest en alpino
Mientras Edurne Pasaban nos detalla en su blog la ascensión al campo 1 del Annapurna, llegan noticias de la actividad de la tercera mujer en discordia del sprint final femenino por acabar los ochomiles: Gerlinde Kaltenbrunner. Y las informaciones que llegan son para quitarse el sombrero ante lo que pretende hacer la austriaca.
La amiga de la tolosarra quiere ascender el Everest (junto con el K2, los dos ochomiles que le faltan) esta primavera, pero no por una ruta cualquiera. Su objetivo es el supercouloir de la cara norte del techo del mundo, por supuesto sin oxígeno y en estilo alpino. En definitiva, una actividad con mayúsculas.
Los buenos aficionados enseguida se habrán dado cuenta de la ruta de la que hablo. Efectivamente, es la que el Basque Team de Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y compañía ha intentado un par de veces en los últimos años. En 2006 llegaron hasta los 8.400 metros, mientras que el año pasado no pudieron pasar de los 7.000 metros por culpa del mal tiempo, incluido un alud que a punto estuvo de arrastrarlos en plena noche mientras dormían en el campo 1.
Son 3.000 metros de ascensión por la cara norte, que enlazan el couloir de los japoneses con el corredor Hornbein, sin una dificultad técnica especialmente alta, pero con un desnivel sostenido durante todo el itinerario en torno a los 60-70 grados y bastante expuesto a las avalanchas. Pero hay un dato esclarecedor que evidencia la exigencia de esta vía. Sólo la han subido siete alpinistas. Y nada más dos como lo quiere hacer Gerlinde: Lorentan y Troillet en 1986.
En realidad, lo que hicieron los dos suizos es una de las mayores gestas de la historia dle himalayismo, y el paso de los años no ha hecho más que agrandarla. Escalando de noche, para garantizar una buena condición de la nieve, y durmiendo de día, tardaron 40 horas (poco más de día y medio) en alcanzar la cumbre desde el campo base. Pero más audaz aún fue el descenso. En tres horas estaban de vuelta en el campo base. El metodo para conseguir esa velocidad probablemente lo hemos utilizado todos alguna vez de niños: arrastraculos. Descendieron toda la pared dejándose caer y controlando la velocidad y la dirección de bajada con el piolet. ¡Tan genial como simple!
Así que en ésta se ha metido Gerlinde. Desde un principio ha sido la alpinista de la carrera femenina de los catorce ochomiles que ha demostrado una mayor ética en cuanto a estilos y vías utilizadas en sus ascensiones. Y ahora, pese a que es prácticamente seguro que no será la primera, ha preferido mantener esta filosofía de calidad y estilo ético para concluir su reto. Que tenga suerte.
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