Hay que decirlo claro: el gintonic se ha puesto de moda (para algunos, incluso demasiado) y muchos se han apuntado a pedir este combinado dondequiera que van sin tener demasiada idea de lo que están tomando. No se trata de nada malo, simplemente es lo que suele ocurrir con las tendencias, siempre tan leves y volátiles: que los más volubles se enganchan a ellas sin saber muy bien lo que están haciendo. Para no ser un fashion victim más en este espirituoso universo ha hacido un curioso proyecto: Carlos Moreno, barman de O'Clock, nos invita cada martes a descubrir los matices del gintonic sin caer en esnobismos o hipercorrecciones que no llegan a ningún lado.
Expliquemos la inciativa sin rodeos: los martes en este local de Juan Bravo (exactamente en el número 25) es posible pedir cuatro mini gintonics de diferentes variedades por 15 euros. Entre las cinco de la tarde y las dos de la mañana (horario de apertura del local), hay tiempo de sobra. Hasta aquí los datos objetivos; pero la auténtica originalidad se descubre en el momento en el que uno empieza a pedirlo.
Sea todo dicho antes de entrar en detalles: el gintonic no es un cóctel. No puede serlo, porque aquí no se mezcla nada en una coctelera. En todo caso se trata de un combinado de bebida alcohólica -ginebra- con otra refrescante -tónica- acompañado por multitud de complementos (hojas, cortezas de fruta, bayas, ramas...) que, como ocurre con la moda, cambian por completo el significado de lo que uno tiene entre manos. Esa es su virtud: la posibilidad de crear una copa que inspire tantos matices como el que la disfruta quiera descubrir.
Si él lo pide, yo también
El problema es que muchos de los que en los últimos tiempos se han apuntado al gintonic lo han hecho llamados por el vecino de al lado (esto es, 'si él se lo pide, yo también') sin atreverse demasiado a descubrir las posibilidades de uno de los espirituosos más versátiles del mercado. El trabajo de Moreno y su excelente equipo consiste en ayudarnos a encontrar nuestro propio gintonic sin hacernos sentir neófitos (aunque podamos serlo).
Las combinaciones de Baby Gintonic pueden ser a partir de una misma ginebra con diferentes tónicas y complementos, o bien probando distintas ginebras (aromáticas, cítricas, secas...) en combinación con otras tónicas, todo para ir afinando nuestro gusto y ayudarnos a hallar el que más nos satisfaga.
La carta de O'Clock permite ampliar estas combinaciones hasta el infinito. Hay variedades para todos los gustos y bolsillos: desde la elitista Oxley, destilada al vacío, hasta la hipercool Bulldog u otras referencias estadounidenses como la 209, pasando por versiones casi inalcanzables de algunas marcas, como la Tanqueray Rangpur, prácticamente imposible de encontrar en ningún local a menos que uno esté en Estados Unidos o la India.
Combinaciones infinitas
Glosar la lista de referencias se haría interminable: al fin y al cabo hay más de 70 ginebras que multiplican sus posibilidades al servirse con hasta cinco tónicas diferentes y un sinfín de complementos como la selecta lima kafir, hoja de cidra o las inevitables bayas de enebro. Al pedir nuestro baby gintonic nos preguntarán sobre nuestros gustos, acerca de si nos gustan las ginebras o las tónicas más aromáticas, afrutadas, cítricas... y a partir de nuestras propias sugerencias irán construyendo una cata que puede girar en torno a combinaciones de una misma marca o el descubrimiento de nuevos matices organolépticos en cada copa.
"Lo que queremos es que la gente se divierta", cuenta Moreno, un barman de los que ya no quedan, que antes de devolver la vida a este añejo local del barrio de Salamanca (los históricos lo conocerán como Rick's) había puesto la coctelería del hotel Urban en el mapa madrileño de lo más in. Lo cierto es que lo han conseguido: la propuesta de O'Clock evita en todo momento ese snobismo que se da en otros locales en la relación entre barman y cliente, entre copa y consumidor. Ya nos podremos hacer los enterados en otros locales cuando sepamos realmente qué pedir...
Expliquemos la inciativa sin rodeos: los martes en este local de Juan Bravo (exactamente en el número 25) es posible pedir cuatro mini gintonics de diferentes variedades por 15 euros. Entre las cinco de la tarde y las dos de la mañana (horario de apertura del local), hay tiempo de sobra. Hasta aquí los datos objetivos; pero la auténtica originalidad se descubre en el momento en el que uno empieza a pedirlo.
Sea todo dicho antes de entrar en detalles: el gintonic no es un cóctel. No puede serlo, porque aquí no se mezcla nada en una coctelera. En todo caso se trata de un combinado de bebida alcohólica -ginebra- con otra refrescante -tónica- acompañado por multitud de complementos (hojas, cortezas de fruta, bayas, ramas...) que, como ocurre con la moda, cambian por completo el significado de lo que uno tiene entre manos. Esa es su virtud: la posibilidad de crear una copa que inspire tantos matices como el que la disfruta quiera descubrir.
Si él lo pide, yo también
El problema es que muchos de los que en los últimos tiempos se han apuntado al gintonic lo han hecho llamados por el vecino de al lado (esto es, 'si él se lo pide, yo también') sin atreverse demasiado a descubrir las posibilidades de uno de los espirituosos más versátiles del mercado. El trabajo de Moreno y su excelente equipo consiste en ayudarnos a encontrar nuestro propio gintonic sin hacernos sentir neófitos (aunque podamos serlo).
Las combinaciones de Baby Gintonic pueden ser a partir de una misma ginebra con diferentes tónicas y complementos, o bien probando distintas ginebras (aromáticas, cítricas, secas...) en combinación con otras tónicas, todo para ir afinando nuestro gusto y ayudarnos a hallar el que más nos satisfaga.
La carta de O'Clock permite ampliar estas combinaciones hasta el infinito. Hay variedades para todos los gustos y bolsillos: desde la elitista Oxley, destilada al vacío, hasta la hipercool Bulldog u otras referencias estadounidenses como la 209, pasando por versiones casi inalcanzables de algunas marcas, como la Tanqueray Rangpur, prácticamente imposible de encontrar en ningún local a menos que uno esté en Estados Unidos o la India.
Combinaciones infinitas
Glosar la lista de referencias se haría interminable: al fin y al cabo hay más de 70 ginebras que multiplican sus posibilidades al servirse con hasta cinco tónicas diferentes y un sinfín de complementos como la selecta lima kafir, hoja de cidra o las inevitables bayas de enebro. Al pedir nuestro baby gintonic nos preguntarán sobre nuestros gustos, acerca de si nos gustan las ginebras o las tónicas más aromáticas, afrutadas, cítricas... y a partir de nuestras propias sugerencias irán construyendo una cata que puede girar en torno a combinaciones de una misma marca o el descubrimiento de nuevos matices organolépticos en cada copa.
"Lo que queremos es que la gente se divierta", cuenta Moreno, un barman de los que ya no quedan, que antes de devolver la vida a este añejo local del barrio de Salamanca (los históricos lo conocerán como Rick's) había puesto la coctelería del hotel Urban en el mapa madrileño de lo más in. Lo cierto es que lo han conseguido: la propuesta de O'Clock evita en todo momento ese snobismo que se da en otros locales en la relación entre barman y cliente, entre copa y consumidor. Ya nos podremos hacer los enterados en otros locales cuando sepamos realmente qué pedir...
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