Ver la tele es un entretenimiento extendido en todo el mundo, desde el Primer Mundo hasta el que sea si se tienen posibilidades para ello. Desde la mitad del siglo pasado, el horario de la televisión es el que más impacto ha tenido sobre la distribución del tiempo de las personas, sobre todo en el tiempo libre y, más todavía, en el hogar. Según cuentan John Robinson y Steve Martin, de la Universidad de Maryland en College Park, en Estados Unidos se veía la televisión, en los sesenta, unas diez horas semanales y, en la actualidad, más de dieciséis (algo más de 20 horas en España). Las encuestas dicen que la televisión es más entretenida y necesita menos concentración que, por ejemplo, leer el periódico.
Sin embargo, ver la televisión no es algo tan banal como parece. Los mismos autores, Robinson y Martin, han establecido que las personas que se describen como felices se implican en ciertas actividades más que aquellas que se declaran más infelices. Robinson y Martin hacen el seguimiento de cerca de 30000 personas durante 34 años y averiguan que los más felices tienen actividades sociales, son religiosos y leen el periódico. En cambio, los menos felices ven la televisión. En conclusión, la televisión es fácil de ver y no implica grandes esfuerzos, pero quita tiempo de otras actividades que, más a largo plazo, nos hacen más felices. Y, además, realmente la televisión es un refugio para las personas infelices, para las que carecen de herramientas sociales o de recursos para otras actividades más gratificantes.
Pero, es que la tele tiene todavía más peligros. Por ejemplo, Joshua Fogel y Michelle Carlson, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, nos descubren que, después de entrevistar a 289 mujeres de 70 a 79 años y con buena salud, encuentran que declarar que los espacios preferidos de televisión son los programas de corazón (7.3%) o los culebrones (13.5%) implica sacar las peores puntuaciones en tests sobre la velocidad psicomotora, la atención, la memoria verbal inmediata y diferida y la cognición global.
Y, por si fuera poco, la televisión embaraza a las adolescentes. Anita Chandra y su grupo, de la Corporación Rand de Arlington, en Estados Unidos, han hecho un seguimiento de 2003 jóvenes de 12 a 17 años sobre sus hábitos y programas preferidos de televisión, y las han vuelto a entrevistar tres años después, cuando tenían entre 15 y 20 años. Las adolescentes que ven más programas de gran contenido sexual tienen el doble de probabilidades de quedar enmbarazadas en los siguientes tres años que aquellas que ven pocos programas con esos contenidos.
Bibliografía:
*Chandra, A., S.C. Martino, R.L. Collins, M.N. Elliott, S.H. Berry, D.E. Kanouse & A. Miu. 2010. Does watching sex on television predict teen pregnancy? Pediatrics 122: 1047-1054.
*Fogel, J. & M.C. Carlson. 2006. Soap operas and talk shows on television are associated with poorer cognition in older women. Southern Medical Journal 99: 226-233.
*Robinson, J.P. & S. Martin. 2008. What do happy people do? Social Indicators Research 89: 565-571.
*Robinson, J.P. & S. Martin. 2009. Of time and television. Annals of the American Academy of Political and Social Science 625: 74-86.
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