"El Ensanche de Bilbao goza de la mejor arquitectura de España. Es cierto que no es muy vistosa, pero también que está acorde con su época y muy bien hecha". Se puede decir más alto, pero no más claro. Y es que Carlos Goyarrola, arquitecto del equipo del Plan General de Ordenación Urbana, está seguro de que "la buena combinación de construcciones modernas y antiguas ha hecho de Bilbao una ciudad modelo". Este experto se muestra orgulloso de vivir en una villa en la que "no hay más que ver cómo edificios regenerados de la talla de la Alhóndiga, que es un centro cultural inigualable, se complementan con otros nuevos como la recién estrenada biblioteca de la Diputación y las Torres de Isozaki". Tiene razón.
La crisis de los ochenta ha tenido mucho que ver en la creación de este nuevo modelo de ciudad. A decir verdad, fue en aquel momento -en 1994 se redactó el Plan General- cuando empezaron a hacerse las propuestas para reorganizar la villa, así como para aprovechar de la mejor manera posible los nuevos espacios de oportunidad, liberados tras un parón tremendo de la actividad industrial.
Pero para entender la regeneración urbanística que ha ido sufriendo el Ensanche, es imprescindible saber que hasta principios de los ochenta, el centro de Bilbao estaba separado de barrios como Basurto, Rekalde, San Mamés y de la propia Ría por el anillo ferroviario. Así, una vez liberados y soterrados esos espacios degradados, pudo ampliarse el centro de Bilbao y dotársele de nuevos parques, paseos, viviendas y excelentes equipamientos, tales como la Avenida del Ferrocarril, Abandoibarra y el propio Guggenheim, entre otros.
La creación del Metro también fue indispensable para el cambio. "No hay que olvidar que hasta la inauguración de la exquisita obra de Foster -une la margen derecha con la izquierda y dota a Bilbao de estaciones intermodales imprescindibles para una buena comunicación-, el transporte ferroviario había estado en la periferia del Ensanche. Esta situación supuso que durante un largo periodo de tiempo se impulsara el coche como medio de transporte urbano, hasta el punto que llegaron a estrecharse las aceras para dar prioridad al automóvil. Algo inconcebible en la actualidad", indica Goyarrola.
Un agüita de Bilbao en plena calle
En esta nueva apuesta por recuperar el suelo peatonal ha sido imprescindible crear nuevos parking subterráneos. Y para peatonalizar o semipeatonalizar calles tan importantes como Gran Vía, Ledesma, Heros, Doctor Areilza (fue la primera) y Ercilla, probablemente uno de los espacios más transitados y agradables de la ciudad, se han creado nuevos aparcamientos como los que hoy yacen en el subsuelo de la plaza Indautxu, Jado y la Alhóndiga.
Asimismo, se ha aprovechado para remodelar la mayoría de las plazas de la ciudad. Y es que como dice el concejal de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Bilbao, José Luis Sabas, "los ciudadanos del centro también necesitan disponer de espacios amplios y tranquilos donde descansar". De esta manera, se han reconstruido la plaza Zabalburu, la de Jado, la de Eguileor, la de Campuzano, la de Bizkaia... adaptándolas al Bilbao actual y "hemos ampliado las aceras que, además de ser un espacio de tránsito peatonal, permiten la instalación de nuevas terrazas en la calle, en las que bilbaínos y turistas podemos disfrutar de unos buenos pinchos o un agüita de Bilbao".
Como queda claro, la nueva villa es un espacio pensado para el ciudadano. No hay más que ver que se ha aprovechado para ampliar el parque de Doña Casilda, popularmente conocido como el parque de los patos, y también para dotar de 200.000 metros cuadrados de jardines al paseo de Abandoibarra. "Al mirar los mapas, uno se da cuenta de que el Ensanche era un espacio con muy escasas zonas verdes. Hoy, sin embargo, hay nuevos lugares en los que tomar el sol y relajarse cuando hace bueno. Eso es lo que hemos buscado en todo momento: ofrecer a la ciudadanía calidad de vida. Y yo creo que lo hemos conseguido".
La crisis de los ochenta ha tenido mucho que ver en la creación de este nuevo modelo de ciudad. A decir verdad, fue en aquel momento -en 1994 se redactó el Plan General- cuando empezaron a hacerse las propuestas para reorganizar la villa, así como para aprovechar de la mejor manera posible los nuevos espacios de oportunidad, liberados tras un parón tremendo de la actividad industrial.
Pero para entender la regeneración urbanística que ha ido sufriendo el Ensanche, es imprescindible saber que hasta principios de los ochenta, el centro de Bilbao estaba separado de barrios como Basurto, Rekalde, San Mamés y de la propia Ría por el anillo ferroviario. Así, una vez liberados y soterrados esos espacios degradados, pudo ampliarse el centro de Bilbao y dotársele de nuevos parques, paseos, viviendas y excelentes equipamientos, tales como la Avenida del Ferrocarril, Abandoibarra y el propio Guggenheim, entre otros.
La creación del Metro también fue indispensable para el cambio. "No hay que olvidar que hasta la inauguración de la exquisita obra de Foster -une la margen derecha con la izquierda y dota a Bilbao de estaciones intermodales imprescindibles para una buena comunicación-, el transporte ferroviario había estado en la periferia del Ensanche. Esta situación supuso que durante un largo periodo de tiempo se impulsara el coche como medio de transporte urbano, hasta el punto que llegaron a estrecharse las aceras para dar prioridad al automóvil. Algo inconcebible en la actualidad", indica Goyarrola.
Un agüita de Bilbao en plena calle
En esta nueva apuesta por recuperar el suelo peatonal ha sido imprescindible crear nuevos parking subterráneos. Y para peatonalizar o semipeatonalizar calles tan importantes como Gran Vía, Ledesma, Heros, Doctor Areilza (fue la primera) y Ercilla, probablemente uno de los espacios más transitados y agradables de la ciudad, se han creado nuevos aparcamientos como los que hoy yacen en el subsuelo de la plaza Indautxu, Jado y la Alhóndiga.
Asimismo, se ha aprovechado para remodelar la mayoría de las plazas de la ciudad. Y es que como dice el concejal de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Bilbao, José Luis Sabas, "los ciudadanos del centro también necesitan disponer de espacios amplios y tranquilos donde descansar". De esta manera, se han reconstruido la plaza Zabalburu, la de Jado, la de Eguileor, la de Campuzano, la de Bizkaia... adaptándolas al Bilbao actual y "hemos ampliado las aceras que, además de ser un espacio de tránsito peatonal, permiten la instalación de nuevas terrazas en la calle, en las que bilbaínos y turistas podemos disfrutar de unos buenos pinchos o un agüita de Bilbao".
Como queda claro, la nueva villa es un espacio pensado para el ciudadano. No hay más que ver que se ha aprovechado para ampliar el parque de Doña Casilda, popularmente conocido como el parque de los patos, y también para dotar de 200.000 metros cuadrados de jardines al paseo de Abandoibarra. "Al mirar los mapas, uno se da cuenta de que el Ensanche era un espacio con muy escasas zonas verdes. Hoy, sin embargo, hay nuevos lugares en los que tomar el sol y relajarse cuando hace bueno. Eso es lo que hemos buscado en todo momento: ofrecer a la ciudadanía calidad de vida. Y yo creo que lo hemos conseguido".
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