Sería cruel obligar a un cardiaco a llegar hasta el final de esta información para obtener respuesta a la pregunta que la titula. Tranquilidad, que los médicos dicen que sí, que después de un infarto también la vida sexual continúa; aunque sea con matices. Así que si usted es candidato a un accidente cardiovascular, sea hombre o mujer, lo recomendable es que llegue hasta el final de la quinta columna. Le interesa. «Cuando las parejas llegan a tu consulta después de un infarto -relata el especialista Javier Andrés Novales, cardiólogo del hospital vizcaíno de San Eloy- y tú les planteas que surgirán problemas en el ámbito de las relaciones sexuales, lo normal es que sean ellas, las mujeres, las primeras en hablar: 'Bueno, no pasa nada, lo importante es que lo hemos superado', suelen decir. 'Sí, claro', replican los varones, 'pero esto otro también importa'».
Novales ofreció ayer una conferencia en el hospital San Juan de Dios de Santurtzi sobre factores de riesgo cardiovascular, en la que, entre otras cuestiones, quiso romper mitos sobre las complicaciones -que las hay- en torno al sexo y las enfermedades ligadas al exceso de colesterol en la sangre. La angustia clásica de los varones, presos de los tópicos del cine, es la de morirse o sufrir un infarto mientras se hace el amor. Puede ocurrir, pero dice Novales que es algo muy raro. De hecho, solo el 0,3% o 0,4% de los afectados por problemas coronarios están en situación de riesgo. «Lo normal es que ocurra en pacientes que ignoran su enfermedad o la tienen mal controlada. En nuestro medio no se dan casos así, porque la práctica totalidad de los enfermos lleva bien su tratamiento, se toma las pastillas pertinentes y acude a las revisiones».
Cuatro semanas de reposo
Lo que sí es más normal es que le priven a uno de relaciones sexuales durante tres o cuatro semanas despues de un fallo cardiaco. El músculo cardiaco ha de reponerse de la intervención, que siempre es delicada. La literatura médica apunta que basta con dos semanas de reposo, pero los especialistas suelen ser más generosos cuando piden cierto tiempo de 'celibato', «ante la falta de una mayor evidencia científica».
El problema que de verdad se plantea para los varones después de un episodio así es el de la impotencia, en mayor o menor medida. La pérdida de brío que comienza, de media, en torno a los 45 años se acentúa como consecuencia de la enfermedad arterioesclerótica, desencadenante de las enfermedades cardiovasculares. Dicho de otro modo, los infartos suelen producirse como consecuencia del exceso de grasa en las paredes de las arterias.
Esa grasa a menudo dificulta la erección, porque el pene no consigue el flujo sanguíneo necesario para lograrla. Para colmo, los medicamentos propios de la terapia contra el infarto favorecen esta situación, es decir que inhiben el funcionamiento de los mecanismos que provocan la erección. «El mensaje, sin embargo, no es que éste es el final de la vida sexual, sino todo lo contrario. Existen remedios y alternativas», consuela el experto.
La terapia parael infartado incluye, cada vez más, ayuda psicológica y el uso combinado de fármacos contra la disfunción eréctil. Los que existen en el mercado son, en ocasiones, incompatibles con determinados tratamientos, por lo que cualquier decisión en este terreno debe contar con el visto bueno del cardiólogo.
Una cuestión más: después de un 'achuchón', el paciente tendrá que mantener una actitud más pasiva en sus relaciones sexuales; y esto ya será de por vida. El sexo es posible, pero locuras, al menos las que tengan que ver con lo físico, las menos. El sexo aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, lo que obliga a un mayor consumo de oxígeno. El riesgo de accidente aumenta, igual que después de una comida copiosa. Por eso, lo recomendable suele ser buscarse tiempo después del reposo, a primera hora de la mañana o al despertar. Y sobre todo la complicidad de la pareja. «Es su turno», bromea el especialista
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