lunes, abril 12, 2010

Doble ración d Euskaltel



CICLISMO KLASIKA DE AMOREBIETA
Doble ración del Euskaltel
Samuel Sánchez remata el trabajo de Igor Antón y cierra una gran semana al ganar la Klasika Primavera



«¡A muerte! ¡A muerte!». Samuel Sánchez veía 100 metros por delante cómo Igor Antón punteaba sobre sus pedales. Y le chillaba. La cuesta de Autzagane estaba bien sembrada de aficionados y voces. Pero Antón escuchaba bien claro a su compañero. Latía a todo volumen. Es un ciclista de corazón. Y viene de dos años enclaustrado en una jaula de lesiones, caídas y mala suerte. «¡A muerte, Igor!».
Y eso hizo. Pero el último puerto de la Klasika Primavera es casi siempre demasiado largo para el fugado. Antón se ahogó. Samuel lo notó. Vigilaba a Frank Schleck (Saxo Bank) y David Bernabéu (Boavista). Levantó la cabeza y miró por el ojo de la cerradura hacia Antón y hacia la cima del puerto. La puerta de la victoria. «¡A muerte, Igor!», insistió una vez más. El campeón olímpico ha ensayado su paciencia durante muchos años. Sólo arrancó cuando supo que Antón ya cedía, a 400 metros de la pancarta. Luego enderezó el descenso a Amorebieta como unicamente él sabe hacerlo y alzó los brazos en la meta de la Klasika. Cinco segundos después, y con Schleck y Bernabéu, entró segundo Antón. Él también levantó los brazos. Triunfo compartido. A cuatro manos.
La 'Primavera' en Amorebieta sólo tuvo un color: naranja, el tono del Euskaltel-Euskadi. Desde el amanecer. La calle Nafarroa notó ya tempramo el 'efecto Intxausti', tercero un día antes en la Vuelta al País Vasco. Intxausti usó de chaval todas las tallas del maillot de la Sociedad Ciclista Amorebieta. Creció con ese uniforme. Nació en Muxika y jugó a las bicicletas en Amorebieta. Sus vecinos acudieron a verle. Buena parte del ciclismo son sus recuerdos. No hace tanto, Intxausti era un crío al otro lado de la valla, pendiente de un autógrafo o una gorra. Ayer posó con los suyos. Ya está en marcha su efecto. Revitalizador.
Naranja fue también el inicio de la Klasika. Jorge Azanza se subió a la fuga del día, la que montó Andy Schleck. Era domingo, día de descanso, pero al rival del Contador en el Tour le tocaba trabajar. Horas extra. Ha pasado varias semanas en el cepo de una lesión de rodilla y ahora, liberado, acelera. Donde sea. Con el luxemburgués y Azanza se marcharon Delio Rodríguez, Abeja, Orengo, Grau, Ilundain y Brandle. A rueda de Schleck en las dos primeras subidas a Montecalvo. Llevaba fuego en las piernas: la fuga, que nunca fue consentida, llegó a tener siete minutos y medio de renta. Atemorizó al pelotón. Y eso que Azanza hizo siempre de extintor para el fogonazo de Schleck.
Una familia contra un equipo
De color naranja fue también la caza en el tercer y último giro al circuito Montecalvo-Autzagane. Egoi Martínez, Mikel Nieve, Rubén Pérez y Velasco enviaron a Andy Schleck al hotel. Ya había terminado su trabajo. Le tocaba a su hermano. Turno para Frank, el mayor de los Schleck. Un familia contra un equipo, el Euskaltel-Euskadi. Así se resumió la Primavera. La época en la que todo brota. Incluido Igor Antón. Su don de escalador. Su puñetazo sobre el piso de Montecalvo filtró la carrera. Se colocó primero. A unos metros, el Schleck que quedaba y Samuel Sánchez. Detrás, Bernabéu y un breve grupo con Intxausti y Mikel Nieve. La cuesta era un campo de naranjas. El Euskaltel-Euskadi corría con el mando del viedojuego en la mano. A su antojo. No pasó nada sin el consentimiento del equipo dirigido por Gorka Gerrikagoitia.
Sólo quedaba elegir el nombre del ganador. Eso sí, sin salirse de la plantilla del conjunto vasco. Antón dobló la bisabra de Montecalvo y curveó en descenso hacia Autzagane. Clareaba, cambiaba el clima de la Primavera. Y también su dueño. En Autzagane, Antón resistió hasta casi el límite. Schleck y Bernabéu acechaban. Y Samuel, con ellos, vigilándoles. Era el más rápido, pero quería la victoria de otro, de Antón. La necesita más que él. Un equipo es eso. «¡A muerte, Igor!», le azuzaba por la emisora. Ese aliento no bastó. El campeón olímpico se obligó entonces a ganar. Apartó en veinte pedaladas la sombra de Schleck y se largó a por el premio que quería regalarle a Antón. En la meta, lo celebraron los dos. Sonrisa naranja en la semana del Euskaltel-Euskadi: un lugar en el podio de la Vuelta al País Vasco, la etapa reina y ayer la 'Primavera'. No hubo otro color.

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