sábado, septiembre 11, 2010

Detrás d un gran remero...

En vísperas de La Concha, toman la palabra las madres, novias y mujeres de los protagonistas. En la sombra ellas también reman. Y valen medio triunfo.


No se sabe bien por qué, pero lo cierto es que se sigue repitiendo eso de que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, decidida a dejarse la piel en esa amorosa empresa en común que se ha venido llamando matrimonio. Y, aunque no siempre es así, en el mundo del remo, la máxima sí es ley. Detrás de un gran remero... hay mucho más que una madre, una novia o una esposa. Hay un bastión -lástima que en esta ocasión la palabra no sea por decreto femenina- que lo mismo se enfunda el traje de psicóloga, que asume el rol de enfermera, que se planta el mandil de cocinera. Y cuando su camaleónica piel da todavía para más, a ellas aún les quedan fuerzas para templar gaitas. Es su papel estelar en vísperas de la Bandera de La Concha más reñida de los últimos años.
Frente a frente, Kaiku y Urdaibai. Tan cerca -apenas un segundo y 42 centésimas median entre ambos- y tan distanciados a la vez por ese abismo que separa el triunfo de la derrota. Las espadas están en alto; las emociones, a flor de piel. En Bermeo y en Sestao no se habla de otra cosa. Pero en casa de remero, pala de hierro. Perfume de mujer. Ya sea con aroma costero o con fragancia industrial. «Dentro de la euforia, ellos intentan mantener la cautela. Aun así, la procesión va por dentro y nosotras tratamos de insuflar tranquilidad. La consigna es intentar no hablar de la regata en casa», resume Arantza Laserna, novia de Borja Viadero, remero de Urdaibai. «Más o menos, lo que hacemos el resto del año, pero ahora mucho más», le apoya Ana Baquero, pareja del también 'azulón' Iker Zabala.
Y es que La Concha, sobra decirlo, es «lo máximo». Y aunque pujar por la Bandera más codiciada ya es «un éxito», en palabras de Rocío Ibáñez, la mujer del sestaotarra Javi Pérez, ninguna de las dos tripulaciones se conforma con rozar la gloria. Quieren asir la bandera que ondea en su cabeza durante todo el año. El calendario de traineras no da tregua y entre noviembre y septiembre «todo en casa gira en torno al remo». Da igual que se bogue para Kaiku o para Urdaibai. «Si tu novio o tu marido es remero; tú también. O te unes o te desunes, no te queda otra».
Sacrificio y renuncia
Y ellas lo disfrutan y lo padecen a partes iguales. «Jamás le pediría a mi marido que lo dejara porque es su vida, su pasión, pero es muy duro», admite Rocío. Y es que remo es sinónimo de sacrificio y de renuncia. Familiar y social. Para ellos, pero también para ellas. En la última década, el deporte que revolucionó la costa vasca allá por el siglo XVIII se ha profesionalizado -hay nóminas que alcanzan los 3.500 euros-, pero en términos generales, el remo sigue siendo una actividad sin ánimo de lucro. La bancada no cotiza y toca hacerlo por otras vías.
Carpinteros, ingenieros, diseñadores gráficos o profesores de universidad, a sus ocho horas de jornada laboral deben sumar a diario entre dos y tres de duro entrenamiento. En Bilbao, en Bermeo, en Plentzia, en Algorta. Y entretanto, ellas bailan solas. «Salen de casa a las 7 de la mañana y no vuelven hasta las diez y media o las once de la noche». Así, día tras día, año tras año «hasta que el cuerpo aguante, hasta que el equipo deja de contar con ellos o hasta que deciden dejarlo, generalmente por la familia», expone la mujer del entrenador de Urdaibai, Sonia Boubeta.
Ella también ha sido remera. «Desde los 13 años. Y nunca me han dado un duro. Me he dejado el alma en la bancada por nada, bueno sí, a cambio de un enorme sacrificio». Sacrificio. Otra vez la misma palabra. Ya sea en primera línea de batalla o en la retaguardia. «Aunque no te dediques a ello, asumes la misma dedicación y entrega».
- ¿Que se traduce en qué?
- En todo. Toda tu vida gira en torno al remo. Tus horarios, tu dieta, tu tiempo de ocio. Todo.
Ni discotecas, ni bodas...
Para ellas, no existen los fines de semana en pareja. «Como mucho, sales a dar un paseo, vas al cine -sin 'chuches', claro- y para las once o las doce ya estás de nuevo en casa». Tampoco las vacaciones de verano. Ni las cenas fuera de casa, ni las discotecas, ni las bodas... Ni siquiera la playa. «El sol les debilita». Y el chocolate les engorda. En su dieta, pues, sólo asoman la pasta, el pescado, el pollo a la plancha, la fruta, los cereales. «Comida limpia», sintetiza Nadia Carvallo, la novia de Óscar Medina, otro remero de Kaiku. Y ellas a rebufo. Siempre a rebufo. «Somos las arrastradillas del remo».
- Cuesta creerlo pero tanta renuncia, ¿no termina pasando factura?
- Manolete, si no sabes torear 'pa' qué te metes.
Sobra decir más. ¿O no? Sí, «que pese a todo compensa». Lo dice Mertxe Laguna, la 'amatxu' de Ángel María Rodríguez. Su retoño, 26 añitos, apenas lleva cinco remo en mano. De la noche a la mañana, cambió la aridez de los campos de Regional por la humedad de la costa vizcaína. Ya lo intuía su madre. «Éste me tiene que traer a mí una Concha», soñaba Mertxe hace sólo un lustro. «Y ahí está. Jamás lo hubiese pensado. Por eso sé que va a ganar» otra vez este año, asegura convencida mientras abraza a su nieta, una muñeca vestida... «No, de azul no por Dios. De verde». De verde Kaiku.
Sería la segunda Bandera consecutiva de los de Sestao. Urdaibai, en cambio, no tiene ninguna. Las mujeres enseñan por primera vez los dientes. Los colores son los colores. «Si no piensas que vas a ganar es mejor que te quedes en tierra. Al agua, hay que salir a por todas». Por Kaiku. Por Urdaibai. Por Sestao y por Bermeo. Por la isla de los sueños, de sus sueños, que mañana tendrá un nuevo colonizador. En la batalla, unos y otros se dejarán la piel.
- ¿Y la camaradería? ¿Conseguirá salir indemne?
- Se compite en el agua y en el agua se quedan también los piques.
Hasta el siguiente duelo, que volverán a disputar con callos en las manos y heridas en el coxis. Pero ellas, como siempre, estarán ahí, preparadas para asumir el rol que les corresponda en ese momento. Detrás de un gran remero... Lo dicho.

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