miércoles, febrero 02, 2011

El secreto de Olasagasti para mantenerse en forma a los 51 años


Darse un chapuzón en el mar entre las rocas de Igeldo, ir a la sauna del trinquete de Igara, recoger la carne y preparar el asador-sidrería, salir a dar una vuelta con los bueyes, dar una vuelta por el monte, entrenar con la aizkora… ese es el día a día de Joxemari Olasagasti. La semana pasada se proclamó con 51 años campeón de Euskadi de aizkolaris por sexta vez en su carrera deportiva. El de Igeldo sorprendió más que por su victoria por el gran registro que realizó. Con un tiempo de 35 minutos y 31 segundos y con una madera «muy buena», según el propio Olasagasti, demostró estar físicamente cerca de su plenitud.
A un físico privilegiado hay que sumarle que este año preparó el campeonato con mimo. Curtido en mil batallas el secreto puede estar en su vida diaría y en el privilegiado entorno en el que vive. Su casa en Igeldo es su cuartel general y allí tiene organizada su vida junto a su mujer, su hija y su hijo. También vive su padre de 89 años, al lado, en el caserío que le vio crecer a este mocetón en Igeldo.
Regenta el asador-sidrería Olasagasti que le quita el mayor tiempo del día. El veterano campeón de Euskadi de aizkolaris no es un hombre de costumbres fijas. «Me gusta variar y no hago lo mismo todos los días». Nada más levantarse comienza con las tareas de casa. «La mujer me manda lo que tengo. Siempre hay quehaceres, que si falta madera, que si hay que limpiar los alrededores de casa, que si falta cualquier otra cosa…. Hago lo que exige regentar una sidrería». En un asador no puede faltar la carne y las piezas de donde salen esos enormes chuletones que come Olasagasti a diario. «La mujer también me suele mandar a la carnicería a por ellas y también hago las compras».
Lo que no falta en la vida cotidiana del aizkolari de Igeldo es la típica vuelta por el monte y el chapuzón en el mar. Está enamorado de las bondades del salitre y sus ventajas. «Siempre lo hago. Da igual que sea invierno, verano, otoño o primavera. Algunas veces lo hago en la playa de Ondarreta y otras veces bajo a las rocas en Igeldo. Entro y salgo del agua. Para mí es el mejor oxígeno para el cuerpo. Conozco a varios masajistas, tomo masajes, pero no hay nada como darse un chapuzón en el mar todos los días. En ocasiones da pereza pero cuando lo haces el cuerpo se queda como nuevo. No hay nada como el agua del mar. El cuerpo se suelta, te da energía para comer y para realizar cualquier actividad. Andas ligero-ligero todo el día».
Al trinquete de Igara
Cuando no puede meterse al mar Olasagasti baja desde Igeldo al trinquete de Igara. «Suelo ir después de realizar una vuelta por el monte. Salgo de casa, hago la vuelta de Kukuarri y de ahí bajo hasta Ibaeta. Son dos horas y media de caminoy luego entro a la sauna o la piscina del trinquete. Me ducho y vuelvo a casa. Aunque está bien no se pueden comparar a las bondades del agua del mar. El cuerpo no oxigena de la misma forma y el agua no es natural. Se nota». Algunas veces baja la mujer a buscarle y hay días que se queda a comer en el restaurante Aratz de Igara. «Normalmente todos los lunes e incluso muchos martes».
Para la noche tiene que estar todo preparado en el asador de Olasagasti. «Suelo abrir todas las noches salvo un día. No damos comidas, solo damos cenas». Las mejores chuletas las saca Olasagasti para que los clientes estén a gusto en un entorno privilegiado con 43 txapelas colgadas en las paredes de la sidrería junto con fotos de apuestas y competiciones de los 33 años de carrera deportiva. Toda una vida dedicada al deporte. «Faltan muchas txapelas. En el centro está la que gané el pasado domingo, pero hay muchas que se las han llevado clientes o se las he dado a amigos. También se llevan obsequios, ceniceros… sobre todo muchos que vienen de Francia me piden algún recuerdo para llevárselo a casa».
.eterna juventud aizkolari

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