lunes, junio 07, 2010

David Wottle, un héroe olvidado...

Wottle es un atleta fijo en mi memoria, uno de los deportistas que más me han impresionado. Durante toda mi infancia, soñé con ver a Jim Ryun, el mediofondista más famoso de los años 60. Con 17 años participó en los Juegos de Tokio 64. Bajó de cuatro minutos en la milla antes de cumplir 18 años, en pista de ceniza además. Luego batió el récord del mundo de la milla y los 1.500. Recuerdo a un fenomenal periodista especializado en atletismo, el inolvidable Tutor Larrea, que daba cuenta de las marcas en El Correo de Bilbao. Periodistas como Tutor Larrea o José María Múgica, el gran relator de las hazañas del Athletic, nos hicieron fanáticos del deporte a muchos lectores. A Ryun le ví la primera vez en la final de 1.500 en México 68. El keniano Ben Jipcho lanzó la carrera como una liebre, le siguió el fabuloso Kip Keino y Ryun se quedó muy retrasado. Ganó Keino con 3.35 -¡a 2.600 metros de altitud y en 1968!- y Ryun fue segundo con 3.37. Cuatro años más tarde, en Múnich, volví a apostar por mi atleta favorito. Otra decepción, Ryun fue derribado en las semifinales y no pudo terminar la carrera. Viendo aquellas carreras me asombró un tipo muy espigado, casi flaco, que corría con una gorra de golf en la cabeza. Me llamó la atención en las series de 800 metros. Nunca había oído hablar de él. Se llamaba David Wottle. Yo pensaba que la victoria en la final sería para el ruso Evgeny Arzánov, el dominador de la distancia en Europa. Era sensacional. En la final, Wottle protagonizó una carrera para la historia. Hizo como el primer Borzakovsky. Corrió en el furgón de cola sin inmutarse. Así hasta los 100 últimos metros, cuando Arzánov había lanzado su devastador ataque. Su victoria parecía segura. Nadie le inquietaba, pero desde muy atrás, en medio de un tráfico brutal de atletas, Wottle comenzó a progresar. Pasó a sus rivales como si fueran postes de teléfono, pero no le quedaba espacio rebasar a Arzánov. Sin embargo, el ruso se clavó un poco. Le pudieron la fatiga y el miedo a la victoria. Wottle se acercó como un tiro, se igualó con el ruso en el último metro y se estiró en la raya. Parecía que la victoria había sido de Arzánov. Durante unos minutos se revisó la foto y finalmente se declaró ganador a Wottle. Es uno de los momentos más impactantes que he vivido como aficionado. Recuerdo que subió al podio y no se quitó la gorra mientras sonaba el himno de Estados Unidos. Fue un gran atleta de vida muy corta en las pistas. Hizo 1.44.3 en 800, corrió una temporada más y luego desapareció. Quizá se hizo profesional. Lo más curioso es que su distancia preferida era el 1.500. A cualquiera que le guste el atletismo, le recomiendo la entrevista que publicaba recientemente la página Letsrun.com con Wottle.

1 comentario:

Galgar dijo...

Muy buen escrito de Santiago Segurola en la Charla de hoy en la web del diario donde trabaja. No hubiese estado de más alguna referencia.